martes, 23 de noviembre de 2010

Madrid

Que me da igual todo lo que haya al sur de Atocha
y que claro que de Madrid al cielo,
o es que no os dais cuenta que por sus calles
hasta las nubes se mueren por perderse.

Si jamás se apagan las luces
ni se esconden de la noche las aceras,
que mientras la ciudad descansa
el invierno se diluye en cada esquina.

Que cada día se recuerda el anterior
y se olvida uno del tiempo
abandonándose a sus entrañas
y a los transbordos.

Y que el mar puede empezar en Almería,
en Valencia o donde le de la gana,
que allí me seguirán oliendo a salitre
hasta las colinas de Vallecas.


Y que claro que de Madrid al cielo,
y aún más
del cielo a Madrid.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Noviembre

¡Asómate!
El espectáculo está servido.
Piensa que más importante que tú o que yo,
es la cantidad de aire que corra entre nosotros.

Téjete con hilo de penumbra por las noches,
que el día ya se encargará de deshacerte.

No olvides olvidarlo todo: lo que hoy has sido,
lo que serás, y lo que en realidad eres.
Recuerda que mañana ya no te acordarás
ni del color que tenían tus ojos esta noche.

Al fin y al cabo, no son más que palabras
que naufragan al mínimo roce del sol.
Frágil vida ésta, tambaleándose en espirales
de poesía y humo de narguile.

Supongo que entenderás que yo también
me muero por echarle un vistazo,
y por tratar de construirme un castillo
entre las nubes de tabaco;
sólo que no tengo mucho equilibrio
y siempre tropiezo con el mismo beso
para acabar colgando sobre el suelo
de mis gastadas cuerdas vocales.

Y que aunque no importe, que de todos modos
el trapecio siga sin dejarse llevar,
deberías saber que esos labios que tienes
valen más que mil palabras.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

De un culito respingón

No sé qué me pasa esta noche
pero me pongo enfermo de verte
aunque sólo sea de lejos y en fotos.

Y es que me asalta la fiebre
cuando recuerdo mis furtivas miradas
perdiendo la cabeza en el juego
de luces y sombras
que se extiende sin confines
entre los pliegues de tu ropa
y el roce de tu cuerpo.

Y me pongo a sudar y a temblar,
y me sube la temperatura 
unos pocos grados.

Pero todo eso es tolerable,
se pasa con unos días de cama.
Lo peor es que no encuentro
pastillas con sabor al caramelo
de los besos que no me diste
ni me prestarás.