miércoles, 3 de noviembre de 2010

De un culito respingón

No sé qué me pasa esta noche
pero me pongo enfermo de verte
aunque sólo sea de lejos y en fotos.

Y es que me asalta la fiebre
cuando recuerdo mis furtivas miradas
perdiendo la cabeza en el juego
de luces y sombras
que se extiende sin confines
entre los pliegues de tu ropa
y el roce de tu cuerpo.

Y me pongo a sudar y a temblar,
y me sube la temperatura 
unos pocos grados.

Pero todo eso es tolerable,
se pasa con unos días de cama.
Lo peor es que no encuentro
pastillas con sabor al caramelo
de los besos que no me diste
ni me prestarás.

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