Me derrito cuando me cuentas
tus recuerdos de la infancia
mucho más al Sur
de lo que puedo llegar a imaginar,
abrazando árboles, llorando sauces
o barriendo un suelo
irresistiblemente cercano a Kamchatka.
Me muero por tumbarme
girar la cabeza y verte
respirando el aire que nos separe,
entonces sacar fuerzas
del fondo de las pupilas
para contarte yo a ti
mis recuerdos de un colegio,
de una caminata
o de la nieve.
Puede que así, de alguna manera,
vuelen los fantasmas
que a ratos me desvelan,
puede que las palabras
que siempre quiero decirte
encuentren el camino a tu boca,
que se atrevan a a contarte
los cuentos de la Alhambra
y unas cuantas noches
de constelaciones australes,
guerrilleros en motocicleta
y capítulos de Cortázar.
Aunque quizás tengamos razón
y en realidad no funcione
y tú no me quieras
y yo nunca te escriba poesías,
pero anda y bésame
que entonces todo es más fácil,
y más bonito,
y más primavera.
y mas primavera...
ResponderEliminarQue sensación mas perfecta se crea cuando alguien te cuenta un recuerdo y lo adoptas como propio. Me encanta Miquel :)